sábado, 26 de octubre de 2013

Frases de Temblor por Maggie Stiefvater


Temblor

-Mi lobo se quedó titubeante en el lindero del bosque, contemplando la tenue luz de la casa, observando mi silueta recortada en la puerta.Extendí una mano sobre el cristal.
Nunca me había parecido tan vasta la distancia que nos separaba.

-La dulzura del verano en su piel, la cadencia casi familiar de su voz, la sensación de sus caricias. Todo mi cuerpo cantaba con el solo recuerdo de su proximidad. Estábamos demasiado cerca.
Y no podía apartarme. 


-Te mordieron. Deberías haberte transformado. Lo sabes, ¿no? 
-A veces desearía haberlo hecho -le dije. 
-A veces, también lo desearía yo.

-Volví a posar mis labios en los suyos, pero esta vez el beso fue muy distinto. Fue un beso que valía por seis años, un larguísimo instante en el que sus labios cobraron vida bajo los míos y saboreé en ellos la naranja y el deseo. 

-Entonces abrí los ojos y, en aquel instante, solo existimos Grace y yo, nada más que los dos, ella con los labios apretados como si quisiera conservar mi beso en su interior, yo atesorando aquel momento que era tan frágil como un pájaro entre mis manos. 


-Estaba empantanado entre dos vidas, llevaba conmigo todos los peligros de los lobos. Sin embargo, cuando la oí pronunciar mi nombre, cuando la oí llamarme para que fuera con ella, supe que haría cualquier cosa con tal de estar a su lado.


-Ah, pues bien -insistí, y mi padre respondió con un gruñido inarticulado-. Todo marcha estupendamente: el instituto ha sido invadido por una manada de osos panda, y los profesores nos han abandonado a merced de unos salvajes caníbales... -hice una pausa para ver si había llamado su atención y proseguí-. Hubo un incendio catastrófico, suspendí teatro y luego todo ha sido sexo, sexo, sexo y más sexo. 

Mi padre apartó bruscamente la vista del televisor, me lanzó una mirada ceñuda y dijo: 
-¿Qué dices que te están enseñando en el instituto?"

-A mí me hace feliz estar aquí, a tu lado -respondió-. Con eso me basta.

-Me cuesta horrores dominarme cuando estoy contigo -dijo al fin, estirando los brazos para apartarse de mí-. No sé si es muy prudente que sigamos durmiendo juntos. Al fin y al cabo, no tienes más que... diecisiete años, ¿no? 
-Claro, soy demasiado joven para un tipo maduro como tú -repliqué, poniéndome a la defensiva.


-No sabes lo sola y perdida que me sentía cada vez que aullabais. No te imaginas cuánto te echaba de menos cuando llegaba el verano y tú desaparecías. 
-Te llevaría conmigo si pudiera. Eres mi ángel.


-¡Grace! ¿Qué es eso que llevas puesto? 
Agarré el pompón de mi gorro con el índice y el pulgar y le di una sacudida. 
-¿Esto? No sé cómo lo llamaréis en tu pueblo, pero en el mío se llama gorro. Viene bien para que no se te enfríen las orejas. 
-Qué barbaridad -exclamó Sam mientras se acercaba. Me rodeó la cara con las manos y se me quedó mirando-. Estás guapísima -me dio un beso, observó el gorro y volvió a besarme, y yo me hice la promesa de conservar aquel gorro toda mi vida.


Su aliento me cosquilleó en una oreja cuando Sam me susurró, con voz casi inaudible: 
-<<No puedo  hacer que cada hora sea sagrada. No quiero presentarme ante ti solamente como una cosa astuta y oscura. Quiero mi propia voluntad, y quiero acompañarla en su camino hacia el hecho -hizo una larga pausa, tan solo interrumpida por el sonido de su respiración entrecortada-. Y en esos momentos calmos y a veces dudosos en que algo se acerca, quiero estar con los que conocen secretos, o estar solo. Quiero abrirme. No quiero guardar ningún doblez, porque donde tengo pliegue o doblez, soy mentira>>.


-Eres hermoso y triste -musité sin mirarlo-. Igual que tus ojos. 


-Tus padres van a tener que aguantarme durante mucho tiempo, ¿sabes? -dijo con la voz amortiguada. 
 -¿Cuánto? 
-Todo.  
-¿Para siempre? 
-Más aún.


Mientras la chica vertía extracto de menta en unos vasos desechables, miré a Sam, le cogí la otra mano, me puse de puntillas y le robé un beso. 
 -Ataque sorpresa -dije. 
Sam se inclinó un poco y me dio otro beso, rozándome los labios con los dientes de una forma que me dio escalofríos. 
-Contraataque sorpresa. 
-Tramposo -musité con voz entrecortada.


-Sin embargo, yo estaría dispuesto a intentarlo. Por ti. Para quedarme contigo. 
Lo dijo de una manera tan sencilla, tan normal, que me llevó un momento comprender el alcance de sus palabras. Quise añadir algo, pero me faltaba el aire. 

-No quiero volver a pasar por esto, Grace. Ahora que te conozco, que he estado contigo de verdad, ya no me vale con espiarte desde el bosque. Ya no. Prefiero arriesgarme a... 
-¿Morir? 
-Sí, a morir. Prefiero eso a quedarme de brazos cruzados mientras todo se acaba. Necesito hacer algo, lo que sea."


-¿Cómo no voy a querer estar contigo? -le dije-. Estoy enamorada de ti, Sam Roth, deberías saberlo a estas alturas. Llevo años enamorada de ti. Pero eso ya lo sabías, ¿verdad? 
-Sí, lo sé. Pero quería oír cómo lo decías.

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